Como no
podía ser de otra manera, John Lennon y Yoko Ono no se conocieron de un modo,
digamos, convencional. La artista japonesa organizaba una exposición en Londres
en el medio de la cual había una escalera que llegaba hasta una lupa colgada
del techo y, en letras muy pequeñas, estaba escrita la palabra "yes".
Lennon dijo que si la palabra hubiese sido "no" él se hubiera
marchado de inmediato. Para quienes amamos la música sabemos que conocer a
aquella mujer fue un punto de inflexión en la vida del británico que acabó
teniendo consecuencias para la música; la suya y la de toda la que habría de
venir después.
Y es que
basta un NO, para acabar con una ilusión.
Probablemente hablar de músicos melenudos no es la manera
más ortodoxa de comenzar a contar una historia de lactancia, de maternidad, de
crianza, de aprendizaje... O quizá es tan válida como otro cualquiera
simplemente porque a mi manera de pensar y expresar mi historia yo le digo ¡SÍ!
Hoy, jueves 19 de septiembre de 2013, se cumplen veinte meses
de la llegada al mundo de mi hijo; de mi nacimiento como madre. Veinte meses de
romper mitos y cambiar ´noes¨ por un solo ¡SÍ!, sonoro y rotundo.
Veinte meses desde aquel día, jueves también como hoy, en
los que te llevo prendido a mi pecho, regalándonos tantas y tantas miradas
azules cargadas de leche.
De haber existido una lista de “cosas que pueden suponer un
impedimento para establecer la lactancia materna exclusiva desde el nacimiento”,
probablemente hubiésemos tenido un pleno. O casi.
Es por ello que hoy, veinte meses con todos sus jueves
después, me he decidido a contar lo que pudo no haber sido pero…. ¡SÍ!
Imaginad a una mujer con una reducción mamaria bilateral. Imaginad
ahora que os dicen también que el hijo de esa mujer no nació en un parto
fisiológico sino que lo hizo por cesárea. Añadid a este dato que la cesárea
fue programada y que el cuerpo de la madre aún no estaba preparado. Agregad a
toda esta información que, por cosas de gustos o vaya usted a saber, la
lactancia hubo de establecerse a un solo pecho. Finalizad el cóctel con una
enfermedad muscular (bastante bien llevada, pero enfermedad al fin y al cabo).
La mayoría de las personas os dirán que esta mujer
imaginaria no podrá amamantar a su bebé, y mucho menos hacerlo en exclusiva
durante los 6 primeros meses en los que está indicada la LME. Pues muchas son
las veces en que nos topamos con un ¡NO! desalentador, descorazonador… Con
apoyos que se desvanecen -¿acaso estuvieron alguna vez?- y nos encontramos
solos, teniendo que recomponernos pedazo a pedazo…
Hasta que llega el día en el que una fuerza dentro de ti es
más grande que tú misma y que todos esos noes y las bocas que los desparraman.
Y te prometes que esta vez vas a sentar precedente. Y vas a hacer que esa mujer
imaginaria, que vale de excusa para quienes niegan tu fuerza, sea real.
Y te encuentras siendo esa mujer, veinte hermosos meses
después. Y sientes que necesitas compartirlo por si hay más mujeres imaginarias
con sus noes que quieren ser reales, como tú. Como yo. Porque, como dicen que
dijo John Lennon “Un sueño que sueñas
solo es solamente un sueño. Un sueño que sueñas junto a alguien es una
realidad”
La forma en la que conseguí establecer esta maravillosa
lactancia fue bastante sencilla aunque, a la vez, más difícil de conseguir de
lo que parece. Plena confianza en mi capacidad de amamantar no sólo por mi
parte sino por la de mi pareja y un poco de estimulación fueron la receta
perfecta. Sentir ese ¡SÍ!, imaginarme la sensación de mi hijo sobre mi piel,
saber que aunque el parto no pudiera ser mío tal vez podría serlo todo lo
demás…
Gracias, hijo, por cada día. Gracias por cada jueves.
Gracias por cada ¡SÍ!